|
En estos últimos años,
la cultura del ejercicio físico ha cautivado a mujeres
de todas las edades, y esta pequeña revolución en
sus hábitos de vida ha hecho que, paralelamente, el mundo
científico se haya interesado por conocer mejor a la mujer
deportista.
El ejercicio físico durante el embarazo es una de esas
situaciones específicas de la mujer que plantea numerosas
preguntas. Una mujer embarazada quiere saber si puede seguir practicando
deporte; quiere saber qué volumen e intensidad de trabajo
físico son seguros para ella y su futuro hijo y, sobre
todo, qué posibles beneficios y riesgos pueden acompañar
a la práctica de ejercicio durante los meses de gestación.
Ante estas preguntas, hay que tener presente que cada embarazo
es diferente para cada mujer, y que cada mujer precisa respuestas
individualizadas. No obstante, la información acumulada
en estos últimos 20 años permite aconsejar a una
gestante que no presente complicaciones médicas u obstétricas
una prescripción segura de ejercicio físico.
El embarazo supone un esfuerzo muy importante para
el cuerpo de la madre. El organismo de la mujer tiene que adaptarse
a nivel cardiovascular, metabólico, hormonal, respiratorio
y musculoesquelético. Estas adaptaciones tienen como objetivo
crear un medio óptimo para el desarrollo del feto y se
acompañan de una serie de circunstancias que la futura
madre debe conocer.
¿Por qué la embarazada tiende a bajar los hombros
y arquear su espalda hacia adelante?
Porque el aumento de tamaño del útero y del pecho
ocasiona una alteración del equilibrio de la mujer embarazada.
El ser humano necesita energía para vivir y reproducirse;
y esta energía proviene de un proceso de combustión,
en cada célula, que necesita nutrientes (principalmente
glucosa, grasa) y oxígeno; lógicamente, durante
la fase de gestación las células de la madre y feto
necesitan más energía
¿Cómo consigue
la futura madre más oxígeno y más nutrientes?
Haciendo que los pulmones ventilen hasta un
50% más de aire por minuto y que el corazón bombee
más sangre. Esta sangre se encarga de transportar el oxígeno
y los nutrientes necesarios para la madre y el feto. A partir
del segundo trimestre de embarazo, la mujer necesita una media
de 300 calorías extras cada día para hacer frente
a este aumento de necesidades energéticas.
Con el aumento de la combustión de glucosa y grasa cada
célula obtiene la energía que necesita; pero, inevitablemente,
también se produce más calor, que podría
hacer subir la temperatura central del cuerpo, y más productos
de desecho que habrá que eliminar.¿Es peligroso
para el feto que aumente la temperatura interna de la madre?
Sí,
a partir de un límite. El feto depende totalmente de la
madre para regular su temperatura; en reposo, tiene una temperatura
0.5°C superior a la de la madre. Este gradiente de temperatura
facilita la pérdida de calor del feto, transfiriéndolo
a la madre principalmente a través de la placenta. Por
lo tanto, cualquier aumento en la temperatura central de la madre
(por ejemplo, la fiebre producida por una infección) se
refleja inmediatamente en una elevación de la temperatura
central fetal. Se habla de que si durante las primeras semanas
de gestación, la temperatura central materna sobrepasa
el umbral de los 39.2º C, se produce un aumento de las posibilidades
de malformaciones congénitas del feto. Para evitar esto,
la red de vasos sanguíneos que circulan debajo de la piel
de la mujer actúa a modo de radiador, dilatándose
y permitiendo que la sangre haga de elemento refrigerante. Además,
también se produce más sudoración con el
consiguiente aumento en la pérdida de calor.
¿Cómo elimina el cuerpo el exceso de desechos?
El riñón es un órgano
clave para la eliminación de los desechos producidos por
la actividad de las células. Se sabe que con el embarazo
aumenta de tamaño y peso y, desde un punto de vista funcional,
aumenta un 30-50% la cantidad de sangre que es filtrada diariamente
por este órgano. Pero con este aumento de su función
no sólo se filtran y eliminan los productos de desecho,
sino que también se filtran, y en parte se pierden, productos
muy importantes de la sangre como glucosa, aminoácidos
y ciertas vitaminas (B3, C y Folato). Por ejemplo, se puede llegar
a perder por la orina hasta 2g/ día de aminoácidos,
y aunque una dieta equilibrada suministra cantidades suficientes
para reemplazar estas pérdidas, en caso de un aumento en
la demanda de estos productos, como en el ejercicio físico,
este aspecto tiene que ser tenido en cuenta.
Estás
en la página sobre:
Embarazo y Postparto. Adaptaciones del cuerpo |
|
|
|
 |